Consideraciones sobre el apoyo sanitario en combate urbano (I)
El combate urbano es en sí mismo tan antiguo como la misma existencia de las aglomeraciones humanas. Ejemplos históricos se pueden encontrar ya en la Biblia y en la literatura, donde se describen con todo tipo de detalles como se asaltaban las ciudades, a menudo tras sitiarlas, y como se desarrollaba una lucha frecuentemente despiadada donde no se daba cuartel y que podía llegar a significar la desaparición de la ciudad como tal. Ejemplos clásicos son la Troya de Homero, Jerusalén en el año 70 de nuestra era, Roma en el 476, y Constantinopla en 1454.
Pero si bien este tipo de combate se ha venido produciendo desde hace milenios, es cada vez de más actualidad y parece inevitable que su frecuencia aumente de manera notable en el futuro. El incremento del combate urbano, o siguiendo el termino anglosajón “operaciones militares en terreno urbano” (MOUT), parece garantizado y se produce en contra de la experiencia acumulada, que es lo suficientemente importante como para que ya Sun Tzu desaconsejara el ataque a las ciudades. Y ese consejo se mantiene en la actualidad ya que la complejidad y dureza del MOUT lo hacen muy penoso y difícil y, después de todo, si se derrota al enemigo en campo abierto la ciudad es casi seguro que caiga sola.
Si se pudiera de alguna forma marcar el inicio de la época moderna del MOUT podría estimarse que la primera batalla urbana moderna fue la de Madrid en el otoño de 1936.(4) Pero de esta primera batalla poco podían deducir los teóricos del arte de la guerra sobre los caminos por los que se iba a desarrollar este tipo de combates.
Las razones que se esgrimen para afirmar que el MOUT tendrá un lugar preponderante en las operaciones militares son fundamentalmente demográficas. En los últimos decenios se han producido dos fenómenos fundamentales. El primero es un crecimiento exponencial de la población mundial y el segundo lo constituye el incremento de la emigración desde las zonas rurales a las urbanas.
Este fenómeno de la “urbanización” se produce de forma especialmente marcada en el África subsahariana, donde se estima que cada año un cinco por ciento de su población se traslada desde el campo a los arrabales de las grandes ciudades. Pero no es sólo en África donde se produce este fenómeno; muchos expertos afirman que en pocos años la mitad de la población mundial vivirá en ciudades, o hasta el setenta por ciento en el año 2020. Y por otro lado basta un breve estudio del mapa del mundo para observar que un porcentaje muy significativo de las grandes ciudades del mundo están ubicadas en la zona litoral. Esto hace que el campo de batalla urbano sea de especial importancia para el Cuerpo de Marines de los EE.UU. (USMC) que consideran por tanto las áreas urbanas como los sitios más probables de sus futuros combates. Así en 1999 realizaron un ejercicio denominado “Urban Warrior”, en el que se trataba de explorar las dificultades del MOUT, sus peculiaridades y posibles soluciones, demostrando de esta forma la preocupación y el interés que experimentan ante el desafío representado por el MOUT. De hecho es innegable que cada vez se producen más ejemplos de combate en áreas urbanas y simplemente como un ejemplo se puede citar que de las 250 últimas misiones de los Marines 237 se han desarrollado en terreno urbano.(12)
Pero sin embargo el pistoletazo de salida en lo referente al MOUT para las FAS de los EEUU, y para los ejércitos occidentales en general, fue el combate producido en Mogadiscio (Somalia) en octubre de 1993. El impacto de esta acción sobre el pensamiento militar actual no es acorde con su envergadura real, pero la realización de la película y el libro que lo recrean, “Blackhawk down”, transmiten perfectamente el ambiente del MOUT, acción de pequeñas unidades, con grandes dificultades de coordinación, dificultad del apoyo, incluido el sanitario, y sobre todo la inmediatez de la acción, que agota física y psicológicamente al combatiente.
Las grandes ciudades cada vez son más numerosas en el Tercer Mundo y parece razonable pensar que estas grandes urbes serán nuestro campo de batalla futuro. No siempre podremos evitar las ciudades o, como proponen algunos, simplemente rodearlas y cortar los servicios básicos de agua, luz, etc.
Por esto siempre se ha considerado que se debe evitar el combate urbano; para el jefe es difícil de conducir, las comunicaciones son precarias, el número de bajas alto, el abastecimiento es escaso para unas tasas de consumo muy aceleradas de munición y otros elementos. El MOUT acelera el agotamiento del personal, aumentando simultáneamente la posibilidad de producción de bajas por fuego propio debido a unos tiempos de reacción extremadamente cortos y a un combate muy cercano donde el cuerpo a cuerpo es muy frecuente. Por otro lado debido a la infraestructura urbana hay una alta densidad de posibles posiciones enemigas y simultáneamente la necesidad de mantener constantemente actualizado el conocimiento sobre el desarrollo de la batalla en un terreno enormemente complejo en su tridimensionalidad (sótanos, alcantarillados, pisos bajos y altos) y que algún autor ha denominado “esférico”, hace que el consumo de hombres y material sea aún más rápido de lo que cabría esperar.
En suma, el MOUT presenta una constelación de dificultades que prácticamente nunca se encuentra en otros ambientes y que le confieren un nivel de complejidad fuera de toda comparación con otras operaciones militares. Pero nuestro mundo es cada vez más urbano y además, no solo es atractivo controlar las ciudades como centros de comunicaciones, transportes, fábricas, etc, sino que muchas veces podemos vernos forzados a ello por motivos especialmente políticos, y sobre todo en el nuevo tipo de operaciones de mantenimiento de paz o de apoyo humanitario.
A este respecto podemos señalar que las operaciones en terreno urbano pueden ser muy diferentes y abarcar toda la gama, desde el apoyo humanitario estricto hasta la altísima intensidad de la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial. De hecho el que fuera jefe del USMC, General Krulak, describió en cierta ocasión el paisaje de las futuras operaciones urbanas como la "guerra de los tres bloques." Según esto podremos hallarnos en una parte de la ciudad proporcionando ayuda humanitaria, en la manzana contigua conduciendo una operación de mantenimiento de paz y luchando una auténtica batalla en otra parte de la ciudad. Para continuar con su analogía, en este tipo de situaciones nos encontramos con el “cabo estratégico” es decir, que las acciones de los más bajos niveles de mando, por la inevitable descentralización del mando y su contacto directo con la población civil, pueden tener unas repercusiones muy superiores a las que dicho nivel tendría en una operación convencional, y que pueden afectar hasta el nivel político y representar incluso el éxito o el fracaso de la misión.
Un caso que, en el ambiente actual de concienciación del MOUT, llama la atención es la anterior falta de interés de las FAS alemanas sobre el MOUT, a pesar de la espada de Damocles que durante la guerra fría pendía sobre sus ciudades. Aunque su doctrina citaba los efectos de la presencia de población civil y los problemas que de ello se derivaban, las menciones del MOUT eran sólo de pasada y sin verdaderamente profundizar en sus peculiaridades.(12) Pero también el Pacto de Varsovia en sus planes para un ataque en Europa, por razones estratégicas, consideraba muy superior la opción de pasar de largo las aglomeraciones urbanas y continuar adelante en penetraciones rápidas y en profundidad con el objetivo de alcanzar rápidamente el Canal de la Mancha. Y aunque la doctrina soviética no era tan reacia como la occidental frente al combate urbano, en realidad nadie estaba interesado en un tipo de combate que se estimaba difícil, penoso y de escaso rendimiento. Las diferentes doctrinas contemplaban todavía el MOUT al estilo de la Segunda Guerra Mundial, y concretamente los rusos, que habían atesorado una gran experiencia en Stalingrado, tuvieron que reaprender todas sus lecciones ante los chechenos en Grozny (Chechenia).
Sin embargo también había quien, como en un documento oficial del ejército canadiense ya en 1950, comenzaba un análisis del MOUT y sus dificultades, afirmando que es esencialmente un combate de infantería y probablemente el peor tipo de combate que ésta puede realizar. Se debe combatir en terreno desconocido, restringido, a muy corta distancia, con un apoyo de difícil realización. Es incómodo, ruidoso, psicológicamente agotador, en pequeños grupos, exige gran habilidad y valor. Es para resumirlo una acción en un medio extraño para un ejército, que tradicionalmente está organizado, entrenado y equipado para combatir en el medio ambiente natural y no en el artificial que representa una ciudad.
CARACTERÍSTICAS DEL MOUT
El terreno urbano es único en sus características, precisamente por ser el único ambiente artificial, y esto hace que el combate en el desarrollado sea también único. El MOUT tiene dos características esenciales que lo apartan completamente de las clásicas operaciones en el medio ambiente natural, y que marcarán el desarrollo de las operaciones, ya sean éstas de alta o baja intensidad. Estas características son por un lado la población de la ciudad y por otro la infraestructura de esta. Ya de entrada el tipo de terreno nos impone restricciones en el empleo de la fuerza para evitar bajas civiles, y para reducir al mínimo los daños a la infraestructura que pudiera ser de difícil o imposible reemplazo, como por ejemplo catedrales, museos, etc. Pero además tendremos que evitar bajas civiles sin que a menudo podamos distinguir entre combatientes y población civil, entre la que cabe esperar que se camufle el enemigo o incluso la utilice como escudo humano.
La infraestructura urbana convierte a este terreno en el campo de batalla más complejo que se pueda imaginar. Ningún otro ambiente llega a igualar la complejidad tridimensional de una ciudad; los edificios proporcionan muy diferentes niveles no solo para francotiradores sino para unidades enteras, los subterráneos permiten el ocultamiento y el desplazamiento fácilmente entre puntos muy distantes de la ciudad, es posible tomar un piso y tener al enemigo en el contiguo o en el superior ...(16) Así los diferentes niveles no sólo crean dificultades para el asalto sino que además proporcionan a la defensa un “terreno alto” artificial.
Las características espaciales del MOUT producen además, incluso con la dispersión cada vez más marcada del despliegue moderno, una fragmentación de la contigüidad lateral de las unidades entre sí, lo que genera un fraccionamiento de la acción que raramente se ve en otro tipo de terreno. Pero no se produce solamente un debilitamiento importante de los límites horizontales entre unidades, sino que además debemos considerar los límites verticales ya que es perfectamente posible, como ya sucedió en Grozny, que un bando domine los sótanos y los pisos altos mientras que el contrario se encuentre en los pisos intermedios.(7)
Todo esto origina una profunda diferencia espacial con el combate convencional, e incluso se puede decir que el MOUT produce un combate de una “verticalidad” tal que, posiblemente, nos obligaría a hablar de km cúbicos en lugar de km cuadrados al determinar el área de combate de una unidad determinada.
En estas condiciones es enormemente difícil mantener un control y una visión actualizada de este campo de batalla “multidimensional”, lo que hace que aumente la relevancia de los niveles más bajos del mando, al convertirse esencialmente en una acción de pequeñas unidades que actúan de forma muy independiente. Normalmente se estima que una compañía de infantería puede controlar una manzana de una ciudad, pero a medida que sus integrantes se van infiltrando en los pisos, habitaciones, trasteros, escaleras, etc, la unidad se va diluyendo y en pocos minutos se encuentran los combatientes solos o como mucho formando una escuadra. Por esta razón se citaba antes al “cabo estratégico”, cuyas decisiones tienen un impacto muy superior al que tendrían en otros ambientes.
El MOUT, además de ser de difícil C2 (mando y control), consume hombres y material a un ritmo muy superior al de otros tipos de combate. De hecho el apoyo logístico representa uno de los desafíos más serios del MOUT, que viene a ser aún más complejo por el hecho de que la presencia de población civil impone la determinación de prioridades para el apoyo que requieran, desde agua y comida hasta alojamiento pasando por atención sanitaria y ropa. Desde el punto de vista estrictamente sanitario hay que destacar además que, debido al mismo combate, es muy posible que no funcione el suministro de agua potable lo que nos impone la necesidad de proporcionar dicho elemento vital, ya que de otra forma se producirán deshidrataciones o las tropas consumirán un agua sin garantías que inevitablemente ocasionará un aumento del número de bajas por enfermedades de transmisión hídrica. Esta fue exactamente la situación de los rusos en Grozny cuando la hepatitis y el cólera originaron un gran número de bajas en sus unidades.
El MOUT históricamente ha sido subestimado, tanto en lo referente al tiempo requerido para completar la operación como en la cantidad de recursos requeridos; en general las operaciones urbanas son relativamente largas y muy costosas, tanto en bajas como en consumo de material.
Una pregunta que surge naturalmente es ¿si tantas dificultades presenta el MOUT, quien está interesado en plantearlo?. Para responder a esta pregunta hay que recordar que la mayor parte de las naciones más avanzadas del planeta pertenecen a la OTAN, o son favorables a ella. Por tanto, y en principio, el enemigo que se enfrenta a nuestras fuerzas normalmente será de un nivel tecnológico inferior, como lo serán su capacidad logística y su C2. Y además el MOUT en el que podamos vernos inmersos se originaría seguramente como evolución de una operación de apoyo humanitario o de mantenimiento de paz, es decir, en el terreno del oponente. Entonces la tendencia lógica del contrario será buscar unas condiciones en las que su inferioridad tecnológica sea menos patente, en las que la lucha se iguale, hombre contra hombre, nuestras fuerzas desconozcan el terreno, se limite la superioridad en comunicaciones, se puedan enmascarar entre la población civil, se diluya nuestra superior capacidad logística, y en una palabra la “asimetría”, que en un principio era nuestra ventaja, se convierta en la hoy denominada “amenaza asimétrica” mediante la cual adversarios, que no pueden esperar igualar nuestras capacidades, juegan otras bazas diferentes de aquellas sobre las que se organizan los ejércitos tradicionales.(20) El terreno urbano elimina las ventajas tecnológicas, favorece al defensor, y además a este le basta simplemente con no perder para ganar; si logra infligir un número suficiente de bajas al enemigo, éste, por consideraciones políticas, puede recibir la orden de retirarse y otorgar así la victoria a un enemigo técnicamente inferior.
Una posibilidad para derrotar a un enemigo “asimétrico”, que utiliza contra nosotros un ambiente que niega nuestra tecnología, podría precisamente ser un incremento de esa misma tecnología que el adversario busca negar, mediante la utilización de nuevas tecnologías y armas no letales, que en la actualidad se están estudiando para su posible desarrollo y que pudieran representar el poder bascular de nuevo la «asimetría« hacia nuestro lado.
Tabla 1.- Comparación entre el Terreno Urbano y otros Terrenos. (Joint Publication 3-06, Doctrine for Joint Urban Operations, 16 sept 2002).
ASPECTOS GENERALES DEL APOYO SANITARIO EN MOUT
En nuestra civilización el apoyo sanitario de las operaciones militares es de importancia capital por razones éticas y humanitarias, ya que el valor de la vida humana se percibe como muy alto, en contraposición a otras culturas en las que tradicionalmente no se valora de igual manera. Además de las razones éticas se esgrimen además razones de índole práctica como la moral de las tropas y la conservación y recuperación de los efectivos. Si bien estos argumentos son de aplicación en todo tipo de combate, en el MOUT son aún de mayor importancia ya que hay que recordar que el combate se desarrolla esencialmente a nivel de pequeñas unidades, sección, pelotón, y por tanto un pequeño número de bajas puede afectar muy seriamente la capacidad operativa de la unidad. Y estrechamente relacionado con este argumento se encuentra el de la dificultad creciente para reemplazar un personal profesional, que cada día presenta unos mayores requerimientos de instrucción, que alcanzan niveles muy elevados en el caso del MOUT.
Una primera aproximación a la planificación del apoyo sanitario en MOUT debe considerar los puntos básicos: tipos de bajas y estimación de su número, evacuación, medicina preventiva, abastecimiento, despliegue de las instalaciones sanitarias...
La presencia de personal no-combatiente, una característica básica del MOUT, imprime también un carácter especial al apoyo sanitario ya que implica unas responsabilidades que obligarán a establecer prioridades, con los posibles problemas éticos que pueden resultar, y seguramente requerirá un incremento de los recursos sanitarios disponibles. En contrapartida es posible que si existen centros sanitarios en la ciudad, y presentan un nivel aceptable para nuestras fuerzas, se pueda aprovechar, tras la oportuna coordinación, este apoyo de nación anfitriona.
El apoyo sanitario en MOUT presentará diferencias muy significativas del apoyo sanitario en el campo de batalla no-urbano, sin embargo siguiendo los pasos establecidos para el la planificación del apoyo sanitario debemos proporcionar un dispositivo simple y eficaz para recoger, estabilizar, tratar y evacuar a las bajas. Este plan sanitario es tanto más necesario cuanto más compleja y difícil sea la situación, ya que si algo nos indica la experiencia histórica es que el MOUT genera bajas a un ritmo que difícilmente puede igualar el combate en otros terrenos.
Además las bajas producidas se encontrarán a menudo aisladas y sin tratamiento por períodos de tiempo que pueden sobrepasar las seis horas establecidas por la OTAN como máximo para que una baja reciba atención quirúrgica. De hecho, el combatiente que resulta herido en una habitación de un piso y no puede seguir a sus compañeros, es posible que no sea echado de menos hasta bastante tiempo después, cuando ya su unidad se ha desplazado y resulta muy difícil el regresar a buscarlo. Estos problemas de coordinación se pusieron de manifiesto en Hue (Vietnam) en 1968, donde cesaban las comunicaciones por radio al entrar en los edificios, se perdía la comunicación visual, y los pelotones de marines se encontraban aislados de su sección. Así el control era ejercido cada vez a un nivel más bajo y simultáneamente ocurría también lo mismo con el apoyo sanitario, cuyo personal se iba quedando aislado y finalmente carecía de información sobre las bajas producidas y donde se encontraban éstas.
TIPOS DE BAJAS
Los diferentes estudios realizados hasta la fecha no llegan a las mismas conclusiones sobre los tipos de bajas que se pudieran considerar características del combate urbano. En principio se tiende a pensar que el MOUT produce una mayor cantidad de quemaduras, heridas por metralla y aplastamientos.(23) En lo que respecta a las localizaciones de las heridas se incrementarán las de la parte superior del cuerpo, cabeza, cuello y ojos.
Parece haber un acuerdo general de que los principales productores de bajas son los morteros y las armas individuales. Pero además se producirán heridas por fragmentos secundarios a partir de la infraestructura, vidrios, etc. Otros factores productores de bajas son los incendios, las fracturas por caídas entre los escombros y lesiones oculares debidas al polvo y humos, lesiones por inhalación, etc.
Si se emplea protección individual (casco, chaleco) disminuyen las heridas torácicas y aumentan las heridas en las extremidades y parte no protegida de la cabeza. De hecho el empleo de protección individual se ha demostrado imprescindible, y buena prueba de ello la tuvieron las unidades especiales norteamericanas en Mogadiscio cuando sufrieron bajas por no haber considerado necesario utilizar dicha protección.
No se pueden olvidar tampoco dos importantes causas de bajas en MOUT, como son las enfermedades y el estrés de combate, aunque por sus especiales características, prevención y tratamiento se considerarán en apartados específicos.
Se debe destacar que el peligro de derrumbamiento de edificios, o de parte de ellos, origina un tipo de bajas por aplastamiento como consecuencia indirecta del fuego de artillería. Paradójicamente la infraestructura que proporciona a menudo excelente cobertura e imprime un sello característico al MOUT, también puede convertirse en un problema sanitario, tanto en la producción de bajas como en las dificultades que plantea el rescate de un herido atrapado en un derrumbamiento. Sin embargo hay que señalar que los rusos en Grozny, al igual que posteriormente los norteamericanos en un ejercicio, sufrieron el mayor número de bajas en las calles y espacios abiertos. Por este motivo se suele aconsejar el desplazamiento por dentro de los edificios, a menudo a base de romper tabiques o volarlos con explosivos.
Sin embargo según la experiencia israelí en el Líbano en 1982 las lesiones oculares y el estrés de combate se dan menos en operaciones urbanas.(25) Las operaciones no-urbanas presentan una mayor incidencia de quemaduras y heridas de la mitad inferior del cuerpo. Así como la artillería produjo el mayor número de bajas en ambos tipos de operaciones, las armas individuales causaron más heridas en el terreno no-urbano, aunque en ambos ambientes fueron una causa importante de muertos. Un punto importante en el estudio israelí es que el chaleco antifragmentos ofreció más protección en MOUT que en otros terrenos ya que de los que lo usaban fueron heridos menos en MOUT (44.6 %) que en ambiente no-urbano (63.1 %). Y entre los que no lo usaban fueron heridos en MOUT 55.4 % y 36.9 % en no-urbano.
Los resultados del estudio israelí plantean cuestiones muy interesantes sobre los tipos y números de bajas que se producen en el MOUT. No parece claro que el MOUT produzca un patrón de bajas específico, y aunque sugiere que hay más bajas en MOUT que en terreno no-urbano tampoco permite afirmarlo de forma concluyente. Por otra parte los datos recogidos no apoyan la idea de que en MOUT se producen más heridas de la mitad superior del cuerpo, quemaduras o lesiones oculares, aunque esto pudiera deberse a la eficacia de los chalecos, cascos, protección ocular, etc. Al igual que en Grozny las armas individuales fueron un factor importantísimo en la producción de muertos.
En Grozny se produjo un alto porcentaje de quemaduras y la mayoría de las bajas de combate fueron debidas a los morteros. En cambio la mayoría de los muertos se debieron a heridas en la cabeza o en el tórax por francotiradores, sobre todo entre los civiles, que no disponían de casco ni chaleco anti-fragmentos.(9)
Otro punto importante es el cociente heridos / muertos, que normalmente es aproximadamente de 5 a 1, y sin embargo en MOUT se puede encontrar invertido. Los rusos en Grozny sufrieron tres muertos por cada herido, aunque hay que destacar que este cociente probablemente está sesgado por el hecho de que a muchos de los heridos no se les prestaron los primeros auxilios con la rapidez necesaria, lo que hubiera podido rebajar el cociente hasta dos heridos por muerto. Y eso a pesar de que, dentro de todas las armas y servicios rusos, el apoyo sanitario fue probablemente el aspecto de la operación de mayor eficacia y calidad.(13) Una dificultad añadida era el peligro de los francotiradores, que a menudo impedía la evacuación hasta la caída de la noche.(9) La experiencia norteamericana en Hue en 1968 fue contraria a la rusa; los marines experimentaron un cociente heridos / muertos de 8/1, mientras que en Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial fue de casi 5/1.(2)
Un nuevo agente productor de bajas en el MOUT son las bombas termobáricas, de fuel-aire, empleadas por los rusos durante la Segunda Guerra Chechena, en la lucha por Grozny en 2000. (6) Las bombas fuel-aire al explosionar producen una bola de fuego que consume el oxígeno del área circundante. La falta de oxígeno crea un vacío y una sobrepresión altísima, que es la principal causa de bajas. La sobrepresión alcanzada en el centro de la explosión es de 1,5 a 2 veces mayor que la sobrepresión alcanzada con explosivos convencionales, lo que hace que el personal directamente afectado por la explosión muera por el fuego y la sobrepresión. El personal que se encuentra en la periferia de la explosión sufre quemaduras, fracturas, contusiones por proyectiles secundarios y lesiones oculares. También es posible que se produzcan hemorragias internas, embolismos aéreos, lesiones pulmonares, etc. Estas lesiones internas pueden pasar inadvertidas en los primeros momentos y además la evacuación aérea de estas bajas puede presentar problemas si la cabina no está presurizada.
Finalmente hay que señalar que, debido al habitual aumento de consumo de agua y a las dificultades para su suministro, muchas bajas estarán deshidratadas, lo que empeorará su estado clínico.
ESTIMACIÓN DEL CÁLCULO DE BAJAS
El cálculo de bajas es en general de gran dificultad, y sin embargo es necesario efectuarlo para tratar de adecuar el apoyo sanitario a la operación en cuestión. En la OTAN se venía empleando la Directiva ACE 85-8, que se orienta fundamentalmente al cálculo de bajas en el temido gran conflicto en Europa contra el ya disuelto Pacto de Varsovia. Esta Directiva, en la actualidad en revisión, tendía a sobrestimar los recursos requeridos, ya que se basa en una situación de conflicto de alta intensidad, donde además no hay una intención política, como en las operaciones de mantenimiento de paz, de ajustar los recursos a los realmente necesarios. Por otra parte la citada Directiva da unos porcentajes generales de bajas pero no distingue entre ataque y defensa, entre diferentes tipos de terrenos, diferentes niveles de sofisticación del enemigo, etc. (1)
En el caso del MOUT es evidente que no se pueden aplicar directamente los porcentajes proporcionados por la Directiva 85-8, y la dificultad es aún mayor ya que en la literatura actual no se cita ningún estudio o base de datos que se ocupe concretamente de las tasas de bajas y de su estimación en operaciones urbanas.
Aunque parece históricamente que cuando hay un MOUT suele haber un alto porcentaje de bajas, que se viene estimando hasta en un 30 %, (y en el ejercicio Urban Warrior, con intensa participación de personal civil, las bajas de los marines oscilaron entre el 30 y el 70 %) lo cierto es que no hay datos sólidos y, en todo caso, las acciones MOUT desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora presentan situaciones difícilmente comparables, como son Hue, Stalingrado, Grozny, el Líbano, etc.
De hecho en la batalla de Hue en 1968 los porcentajes de bajas en el período más duro de la batalla venían a ser de un 5 % al día(2); lo que aproximadamente coincide con lo establecido en el Manual de Campaña 101-10-1, 21 en el que se afirma que las unidades pueden sufrir un 6.6 % de bajas en el primer día del ataque y un 3.5 % en cada uno de los días siguientes. Desde el punto de vista defensivo el porcentaje esperado es de un 3.5 el primer día y de un 1.9 cada día sucesivo.
También aumentan de manera notable las bajas entre el personal civil, normalmente más que entre los combatientes. Esto se puede explicar por su dificultad para desplazarse y abandonar la zona de combate, falta de equipamiento de protección, o simplemente por ser empleados por el adversario, que los usa como escudos humanos o los pone en peligro deliberadamente para influir sobre la decisión política a través de los medios de comunicación.
De hecho nos podemos encontrar con situaciones de bajas en masa de personal civil por los diferentes riesgos típicos de una zona urbana en combate, como son por ejemplo la liberación de tóxicos industriales, explosión de una gasolinera, y en general los llamados “Releases Other Than Attack” (ROTA) que se refieren a riesgos NBQ no producidos intencionadamente por el adversario.
Este tipo de situaciones implica una sobrecarga para nuestras capacidades de apoyo, tiene repercusiones muy desfavorables sobre el apoyo a fuerzas propias y puede originar problemas éticos de muy difícil solución al vernos forzados a plantear prioridades en el apoyo.
Otro punto que se debe destacar es el incremento del riesgo de bajas por fuego propio, dada la enorme dispersión que se produce en este ambiente y la falta de definición de una línea de frente que hace que ambos lados se encuentren entremezclados. Se ha tratado de solucionar este aspecto estableciendo un sistema básico de identificación “friend or foe” mediante, por ejemplo, paneles colocados sobre los vehículos, telas de colores en las ventanas, etc. Pero quizás la única solución fiable la aporten las nuevas tecnologías en combinación con un estricto entrenamiento.
El aspecto del cálculo de bajas, como otros muchos del MOUT, requiere más estudios para llegar a determinar que porcentajes deben utilizarse para adecuar el apoyo sanitario a cada caso.
EVACUACIÓN
Una vez producida la baja, el siguiente desafío del apoyo sanitario es localizarla y transportarla fuera de la zona de peligro a una instalación sanitaria. El primer problema es encontrar a una baja, que puede estar inconsciente, en un bloque de apartamentos, tras un combate en el que se han derribado paredes, bloqueado puertas y en general alterado de forma importante la estructura urbana. El GPS es una posibilidad, siempre y cuando la misma infraestructura no lo bloquee, lo que no es difícil en una ciudad, y por otra parte también podría proporcionar valiosa información al enemigo, por lo que tendría que activarse únicamente cuando el combatiente cae herido, y antes de perder la conciencia, e incluso así el adversario podría utilizar dicha información aunque no fuera más que para preparar una trampa bomba en un cadáver que va a ser recogido. Otras posibilidades que también se han discutido son los silbatos y luces estroboscópicas, o bien paneles coloreados para desplegar una vez finalizada la batalla. En cualquier caso puede ser necesario tras el combate efectuar un rastreo sistemático de la zona para localizar personal desaparecido.
Un enfoque se está estudiando en la actualidad es el de los “drones” (aviones sin piloto) o los robots terrestres que, sin poner en riesgo al personal sanitario, pueden desplazarse, buscar los heridos, permitir el examen de la baja por telemedicina e incluso comenzar a aplicar los primeros auxilios y trasladar a la baja a un lugar seguro.
El siguiente problema es la propia evacuación. Es posible encontrar una baja en un piso alto, o en un sótano, atrapada por una pared derrumbada, y en general en condiciones que requieren el empleo de equipos específicos, como arneses, hachas, escaleras, sierras, etc, para liberarla. Todo este equipo tiene que estar previsto, el personal tiene que estar entrenado para su utilización y simultáneamente impedir que el estado clínico de la baja empeore por los intentos de liberarla. Y hay que tener en cuenta que las dificultades aumentan aún más en el caso de bajas con heridas de cabeza o de cuello, frecuentes en MOUT. Se plantea por tanto ya en las primeras fases del proceso sanitario la necesidad de reconsiderar el equipamiento del personal y más concretamente del sanitario. Además el programa de instrucción del personal sanitario debería contemplar la colaboración con instituciones como bomberos, que tienen mucha experiencia en el rescate de víctimas en este tipo de terreno. Pero las nuevas necesidades no se detienen aquí. La siguiente pregunta es ¿en que tipo de vehículo o camilla se evacua la baja?.
Actualmente las posibilidades disponibles para la evacuación son muy limitadas. Así como el armamento, los equipos y la tecnología en general, han experimentado un avance notabilísimo, la primera fase de la evacuación se mantiene hoy por hoy a un nivel muy rudimentario. Lo habitual es la evacuación a pie, con ayuda del sanitario o en camilla, tal y como se efectuaba en la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de los rusos en Grozny, de los israelíes en el Líbano y de los marines en Mogadiscio, es que las ambulancias, por su vulnerabilidad, encuentran muchas dificultades en este terreno. Los rusos acabaron utilizando como ambulancia los BTR-80 (vehículos blindados de ruedas) y los israelíes el carro Merkava, aunque ninguno de los dos tipos de vehículos permite la libertad de movimientos necesaria para atender a una baja durante el transporte.(10,18) La conclusión es que las ambulancias deben ser blindadas para evitar los riesgos de francotiradores y armas individuales en general, e incluso los impactos de RPG (rocket propelled grenade).
La evacuación por medio de helicópteros está totalmente descartada en el mismo terreno urbano, y aunque en Grozny se intentó en un principio, a semejanza de Afganistán, tras el derribo de algunos helicópteros por los terroristas chechenos, se estableció la evacuación a pie o en BTR-80 hasta salir de la ciudad. La misma experiencia tuvieron los norteamericanos en Mogadiscio, donde fue precisamente la vulnerabilidad de los helicópteros uno de los problemas principales de la operación. La dificultad de utilización de medios aéreos hace que se alargue en muchos casos la duración de la evacuación, y la tardanza en recibir tratamiento quirúrgico puede fácilmente superar las seis horas establecidas en la doctrina OTAN como duración máxima entre la herida y el quirófano. De hecho la mayoría de las bajas norteamericanas en Mogadiscio tardaron hasta quince horas en recibir tratamiento quirúrgico, y en Grozny con frecuencia había que esperar a la caída de la noche para evitar a los francotiradores. En la batalla de Beirut, donde los israelíes disfrutaban de una total superioridad, el 20% de sus bajas tardaron más de doce horas en ser evacuadas, aunque en el resto la evacuación fue más rápida que en terreno no-urbano, lo que puede ser un síntoma de la eficacia del apoyo sanitario israelí, o de que el enemigo no era del mismo nivel que los chechenos. A su vez entre los sanitarios israelíes hubo 77 bajas, lo que ilustra claramente los riesgos a los que está expuesto el personal sanitario.
Para facilitar la evacuación dentro de la ciudad se discuten en la actualidad posibilidades como son los equivalentes de la mula mecánica, o el llamado “MOUT resupply cart”, especie de carretilla pero con asas en ambos extremos, que podría servir para el transporte de material en los últimos trechos o como medio de evacuación de circunstancias (como ejemplo en Afganistán nuestro personal ha podido ver la utilización de carretilla en transporte de pacientes). Esta carretilla está hecha de aluminio y soporta sin problemas cargas de hasta 150 kilos. Otras posibilidades serían camillas ultraligeras, que pudieran ser manejadas incluso por una sola persona, o un vehículo pequeño, rápido, de perfil bajo, de una sola camilla, y naturalmente blindado.
La evacuación a pie o en vehículos blindados se efectuaría por tanto desde el lugar donde se produce la baja hasta el nido de heridos. Allí la baja estaría relativamente a salvo del fuego enemigo y podría recibir el tratamiento adecuado. Desde el nido de heridos hasta la periferia de la ciudad, donde normalmente estaría el puesto de socorro de batallón, la evacuación se efectuaría también mediante vehículos blindados. Una vez llegados allí ya se podrían utilizar helicópteros o incluso aparatos de ala fija para evacuar la baja directamente a la instalación quirúrgica más adecuada para sus lesiones. De hecho la evacuación directa a instalaciones quirúrgicas es más frecuente en MOUT que en terreno no-urbano, ya que en MOUT lo habitual es que fuera de la ciudad no haya peligro de ataques, y por tanto no tiene sentido hacer seguir todo el despliegue sanitario a una baja que puede ser evacuada directamente al quirófano.
ESTRÉS DE COMBATE
El MOUT es un tipo de combate increíblemente fatigoso, tanto desde el punto de vista físico como psicológico. El combatiente debe mantenerse alerta en todo momento para poder sobrevivir en un terreno en el que la amenaza es extraordinariamente cercana, y sin embargo puede no apreciarse ningún indicio, aunque el enemigo se encuentre en la habitación de al lado. Además, la anteriormente mencionada “esfericidad” del combate, hace que la agresión pueda originarse en cualquier punto y desde cualquier nivel, sea superior o inferior. Si a esto se le añade el desplazamiento continuo entre diferentes posiciones, a veces a través de zonas expuestas, subiendo o bajando escaleras, y llevando una carga importante de municiones, agua, protección individual, etc, se concluye que el esfuerzo físico es agotador. Dicho esfuerzo efectuado de forma continua, y frecuentemente sin que se prevea el fin de la lucha, acaba por agotar también psíquicamente a un combatiente, que además carece del beneficio psicológico de estar rodeado de compañeros sino que forma parte de un equipo muy reducido o incluso se llega a encontrar solo.
Otro factor estresante del MOUT es la presencia de población civil, que puede percibirse como hostil y creer que pasa información al adversario, y sin embargo es muy difícil, de acuerdo con nuestro sistema de valores, tomar medidas punitivas contra ella. De hecho el adversario puede encontrarse camuflado entre la población, y la amenaza latente de su intervención en un momento dado obliga al combatiente a mantenerse en guardia incluso ante individuos (mujeres, ancianos) que en principio no debieran ser una amenaza.
En el caso ruso en Grozny en 1996, ciertamente el ambiente desde el punto de vista psicológico representaba una agresión importantísima por un conjunto de factores. Muchos soldados rusos carecían de la instrucción adecuada, las unidades se habían formado poco tiempo antes, e incluso había soldados que no conocían el nombre de los compañeros del mismo carro de combate. Por otra parte muchos de los terroristas chechenos habían formado parte de las FAS soviéticas, hablaban ruso fluidamente y conocían los procedimientos soviéticos por lo que les resultaba fácil prever sus movimientos, interferir sus comunicaciones y dar falsas órdenes a la artillería y aviación rusa. Los chechenos llegaron incluso a amenazar a los pilotos comunicándoles que conocían sus nombres y donde vivían sus familias y que, en caso de que fueran precisos en sus bombardeos, sus familias acabarían pagándolo. Como es fácil de comprender esta situación tuvo una repercusión muy negativa sobre el personal ruso a todos los niveles.
Poco después de la primera acción de los rusos en Chechenia, se efectuó un estudio sobre 1.312 combatientes rusos, donde se encontró que el 72% presentaba algún tipo de afectación psicológica, como por ejemplo insomnio, falta de motivación, altos niveles de ansiedad, estrés, depresión, fijaciones hipocondríacas, etc.14 El porcentaje de combatientes con problemas de estrés de combate era más alto que en Afganistán, lo que según el estudio implicaba que el combate en las ciudades produce más problemas de estrés que en otros tipos de terrenos.
Dado que los problemas son tanto más serios y frecuentes cuanto más prolongado e intenso es el combate es necesario rotar al personal, como posteriormente efectuaron los rusos, permitiendo descansar a las unidades fuera de la ciudad, en un ambiente seguro.(7) Los rusos instalaron unas tiendas de “primeros auxilios psicológicos”, con música clásica ambiental, pantallas en las que se proyectaban paisajes, flores, cascadas, etc. Es un estilo cercano a la doctrina sanitaria OTAN en la que se recomienda mantener al personal en su unidad, permitirle hablar de sus experiencias, descansar, comer caliente y dormir. De esta forma es posible prevenir la mayor parte de las bajas psicológicas, y en la actualidad se recomienda siempre que sea factible la rotación de las unidades para evitar un desgaste irreversible del personal.
Sin embargo en las primeras fases de la campaña rusa en Chechenia el enfoque de los problemas psicológicos no fue como el que se ha expuesto, lo que ocasionó un gran número de problemas permanentes, personal que recurría a las drogas, alcohol, violencia, etc. De hecho algunos veteranos de esta campaña, incapaces de volver a integrarse normalmente en la vida civil y sintiéndose despreciados por una sociedad que los consideraba perdedores, recurrieron al crimen como medio de vida, trasladando a la sociedad los problemas de una campaña y un apoyo sanitario que no logró solucionar los problemas planteados.
Hay que destacar que la constelación de factores integrados por el altísimo nivel de estrés experimentado en un combate tan cercano, junto con el aislamiento, la descentralización del mando y la lejanía de los líderes, parece tener muy serias repercusiones sobre la conducta y la ética del combatiente. Si esta situación estresante se alarga en el tiempo es posible incluso que su percepción de los conceptos del bien y del mal se vea deteriorada. Históricamente son frecuentes los casos de combates urbanos caracterizados por ejecuciones en masa, violaciones y torturas, muy probablemente debidos a las especiales características de este tipo de combate, por lo que es necesario profundizar en este campo para determinar las medidas preventivas necesarias.
El esfuerzo psíquico que plantea el MOUT requiere un personal especialmente estable, maduro, experimentado y probablemente de mayor edad que el soldado actual. Estas características podrían convertirse en un parámetro más a tener en cuenta en la selección de personal, al menos en lo que se refiere a unidades especializadas en este tipo de terreno.
Continuará...
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Reproducido de International Review of the Armed Forces Medical Services Volume 77/2, p.108 (2004)
Fuente
"La población de la Tierra sobrepasó por primera vez los mil millones en 1830. La población se dobló cien años más tarde por una serie de factores que influenciaron la tasa de natalidad. Entre 1930 y 1996 la población total se multiplicó por tres alcanzando los seis mil millones. La población mundial en 2025 sobrepasará los ocho mil millones.Un aumento de dos mil millones de personas podría crear 280 ciudades del tamaño actual de Nueva York. Pero se prevén pocas ciudades nuevas. Se cree que la mayor parte del crecimiento será absorbido por las adiciones incontroladas de "ocupas" a las ciudades ya existentes en el tercer mundo"
- Non Attributable Lecture, Marine Corps CSC 1996
El combate urbano es en sí mismo tan antiguo como la misma existencia de las aglomeraciones humanas. Ejemplos históricos se pueden encontrar ya en la Biblia y en la literatura, donde se describen con todo tipo de detalles como se asaltaban las ciudades, a menudo tras sitiarlas, y como se desarrollaba una lucha frecuentemente despiadada donde no se daba cuartel y que podía llegar a significar la desaparición de la ciudad como tal. Ejemplos clásicos son la Troya de Homero, Jerusalén en el año 70 de nuestra era, Roma en el 476, y Constantinopla en 1454.
Pero si bien este tipo de combate se ha venido produciendo desde hace milenios, es cada vez de más actualidad y parece inevitable que su frecuencia aumente de manera notable en el futuro. El incremento del combate urbano, o siguiendo el termino anglosajón “operaciones militares en terreno urbano” (MOUT), parece garantizado y se produce en contra de la experiencia acumulada, que es lo suficientemente importante como para que ya Sun Tzu desaconsejara el ataque a las ciudades. Y ese consejo se mantiene en la actualidad ya que la complejidad y dureza del MOUT lo hacen muy penoso y difícil y, después de todo, si se derrota al enemigo en campo abierto la ciudad es casi seguro que caiga sola.
Si se pudiera de alguna forma marcar el inicio de la época moderna del MOUT podría estimarse que la primera batalla urbana moderna fue la de Madrid en el otoño de 1936.(4) Pero de esta primera batalla poco podían deducir los teóricos del arte de la guerra sobre los caminos por los que se iba a desarrollar este tipo de combates.
Las razones que se esgrimen para afirmar que el MOUT tendrá un lugar preponderante en las operaciones militares son fundamentalmente demográficas. En los últimos decenios se han producido dos fenómenos fundamentales. El primero es un crecimiento exponencial de la población mundial y el segundo lo constituye el incremento de la emigración desde las zonas rurales a las urbanas.
Este fenómeno de la “urbanización” se produce de forma especialmente marcada en el África subsahariana, donde se estima que cada año un cinco por ciento de su población se traslada desde el campo a los arrabales de las grandes ciudades. Pero no es sólo en África donde se produce este fenómeno; muchos expertos afirman que en pocos años la mitad de la población mundial vivirá en ciudades, o hasta el setenta por ciento en el año 2020. Y por otro lado basta un breve estudio del mapa del mundo para observar que un porcentaje muy significativo de las grandes ciudades del mundo están ubicadas en la zona litoral. Esto hace que el campo de batalla urbano sea de especial importancia para el Cuerpo de Marines de los EE.UU. (USMC) que consideran por tanto las áreas urbanas como los sitios más probables de sus futuros combates. Así en 1999 realizaron un ejercicio denominado “Urban Warrior”, en el que se trataba de explorar las dificultades del MOUT, sus peculiaridades y posibles soluciones, demostrando de esta forma la preocupación y el interés que experimentan ante el desafío representado por el MOUT. De hecho es innegable que cada vez se producen más ejemplos de combate en áreas urbanas y simplemente como un ejemplo se puede citar que de las 250 últimas misiones de los Marines 237 se han desarrollado en terreno urbano.(12)
Pero sin embargo el pistoletazo de salida en lo referente al MOUT para las FAS de los EEUU, y para los ejércitos occidentales en general, fue el combate producido en Mogadiscio (Somalia) en octubre de 1993. El impacto de esta acción sobre el pensamiento militar actual no es acorde con su envergadura real, pero la realización de la película y el libro que lo recrean, “Blackhawk down”, transmiten perfectamente el ambiente del MOUT, acción de pequeñas unidades, con grandes dificultades de coordinación, dificultad del apoyo, incluido el sanitario, y sobre todo la inmediatez de la acción, que agota física y psicológicamente al combatiente.
Las grandes ciudades cada vez son más numerosas en el Tercer Mundo y parece razonable pensar que estas grandes urbes serán nuestro campo de batalla futuro. No siempre podremos evitar las ciudades o, como proponen algunos, simplemente rodearlas y cortar los servicios básicos de agua, luz, etc.
Por esto siempre se ha considerado que se debe evitar el combate urbano; para el jefe es difícil de conducir, las comunicaciones son precarias, el número de bajas alto, el abastecimiento es escaso para unas tasas de consumo muy aceleradas de munición y otros elementos. El MOUT acelera el agotamiento del personal, aumentando simultáneamente la posibilidad de producción de bajas por fuego propio debido a unos tiempos de reacción extremadamente cortos y a un combate muy cercano donde el cuerpo a cuerpo es muy frecuente. Por otro lado debido a la infraestructura urbana hay una alta densidad de posibles posiciones enemigas y simultáneamente la necesidad de mantener constantemente actualizado el conocimiento sobre el desarrollo de la batalla en un terreno enormemente complejo en su tridimensionalidad (sótanos, alcantarillados, pisos bajos y altos) y que algún autor ha denominado “esférico”, hace que el consumo de hombres y material sea aún más rápido de lo que cabría esperar.
En suma, el MOUT presenta una constelación de dificultades que prácticamente nunca se encuentra en otros ambientes y que le confieren un nivel de complejidad fuera de toda comparación con otras operaciones militares. Pero nuestro mundo es cada vez más urbano y además, no solo es atractivo controlar las ciudades como centros de comunicaciones, transportes, fábricas, etc, sino que muchas veces podemos vernos forzados a ello por motivos especialmente políticos, y sobre todo en el nuevo tipo de operaciones de mantenimiento de paz o de apoyo humanitario.
A este respecto podemos señalar que las operaciones en terreno urbano pueden ser muy diferentes y abarcar toda la gama, desde el apoyo humanitario estricto hasta la altísima intensidad de la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial. De hecho el que fuera jefe del USMC, General Krulak, describió en cierta ocasión el paisaje de las futuras operaciones urbanas como la "guerra de los tres bloques." Según esto podremos hallarnos en una parte de la ciudad proporcionando ayuda humanitaria, en la manzana contigua conduciendo una operación de mantenimiento de paz y luchando una auténtica batalla en otra parte de la ciudad. Para continuar con su analogía, en este tipo de situaciones nos encontramos con el “cabo estratégico” es decir, que las acciones de los más bajos niveles de mando, por la inevitable descentralización del mando y su contacto directo con la población civil, pueden tener unas repercusiones muy superiores a las que dicho nivel tendría en una operación convencional, y que pueden afectar hasta el nivel político y representar incluso el éxito o el fracaso de la misión.
Un caso que, en el ambiente actual de concienciación del MOUT, llama la atención es la anterior falta de interés de las FAS alemanas sobre el MOUT, a pesar de la espada de Damocles que durante la guerra fría pendía sobre sus ciudades. Aunque su doctrina citaba los efectos de la presencia de población civil y los problemas que de ello se derivaban, las menciones del MOUT eran sólo de pasada y sin verdaderamente profundizar en sus peculiaridades.(12) Pero también el Pacto de Varsovia en sus planes para un ataque en Europa, por razones estratégicas, consideraba muy superior la opción de pasar de largo las aglomeraciones urbanas y continuar adelante en penetraciones rápidas y en profundidad con el objetivo de alcanzar rápidamente el Canal de la Mancha. Y aunque la doctrina soviética no era tan reacia como la occidental frente al combate urbano, en realidad nadie estaba interesado en un tipo de combate que se estimaba difícil, penoso y de escaso rendimiento. Las diferentes doctrinas contemplaban todavía el MOUT al estilo de la Segunda Guerra Mundial, y concretamente los rusos, que habían atesorado una gran experiencia en Stalingrado, tuvieron que reaprender todas sus lecciones ante los chechenos en Grozny (Chechenia).
Sin embargo también había quien, como en un documento oficial del ejército canadiense ya en 1950, comenzaba un análisis del MOUT y sus dificultades, afirmando que es esencialmente un combate de infantería y probablemente el peor tipo de combate que ésta puede realizar. Se debe combatir en terreno desconocido, restringido, a muy corta distancia, con un apoyo de difícil realización. Es incómodo, ruidoso, psicológicamente agotador, en pequeños grupos, exige gran habilidad y valor. Es para resumirlo una acción en un medio extraño para un ejército, que tradicionalmente está organizado, entrenado y equipado para combatir en el medio ambiente natural y no en el artificial que representa una ciudad.
CARACTERÍSTICAS DEL MOUT
"Bienvenidos al infierno. Segunda parte." - Graffiti a la entrada de Grozny, Chechenia, 1999 |
El terreno urbano es único en sus características, precisamente por ser el único ambiente artificial, y esto hace que el combate en el desarrollado sea también único. El MOUT tiene dos características esenciales que lo apartan completamente de las clásicas operaciones en el medio ambiente natural, y que marcarán el desarrollo de las operaciones, ya sean éstas de alta o baja intensidad. Estas características son por un lado la población de la ciudad y por otro la infraestructura de esta. Ya de entrada el tipo de terreno nos impone restricciones en el empleo de la fuerza para evitar bajas civiles, y para reducir al mínimo los daños a la infraestructura que pudiera ser de difícil o imposible reemplazo, como por ejemplo catedrales, museos, etc. Pero además tendremos que evitar bajas civiles sin que a menudo podamos distinguir entre combatientes y población civil, entre la que cabe esperar que se camufle el enemigo o incluso la utilice como escudo humano.
La infraestructura urbana convierte a este terreno en el campo de batalla más complejo que se pueda imaginar. Ningún otro ambiente llega a igualar la complejidad tridimensional de una ciudad; los edificios proporcionan muy diferentes niveles no solo para francotiradores sino para unidades enteras, los subterráneos permiten el ocultamiento y el desplazamiento fácilmente entre puntos muy distantes de la ciudad, es posible tomar un piso y tener al enemigo en el contiguo o en el superior ...(16) Así los diferentes niveles no sólo crean dificultades para el asalto sino que además proporcionan a la defensa un “terreno alto” artificial.
Las características espaciales del MOUT producen además, incluso con la dispersión cada vez más marcada del despliegue moderno, una fragmentación de la contigüidad lateral de las unidades entre sí, lo que genera un fraccionamiento de la acción que raramente se ve en otro tipo de terreno. Pero no se produce solamente un debilitamiento importante de los límites horizontales entre unidades, sino que además debemos considerar los límites verticales ya que es perfectamente posible, como ya sucedió en Grozny, que un bando domine los sótanos y los pisos altos mientras que el contrario se encuentre en los pisos intermedios.(7)
Todo esto origina una profunda diferencia espacial con el combate convencional, e incluso se puede decir que el MOUT produce un combate de una “verticalidad” tal que, posiblemente, nos obligaría a hablar de km cúbicos en lugar de km cuadrados al determinar el área de combate de una unidad determinada.
En estas condiciones es enormemente difícil mantener un control y una visión actualizada de este campo de batalla “multidimensional”, lo que hace que aumente la relevancia de los niveles más bajos del mando, al convertirse esencialmente en una acción de pequeñas unidades que actúan de forma muy independiente. Normalmente se estima que una compañía de infantería puede controlar una manzana de una ciudad, pero a medida que sus integrantes se van infiltrando en los pisos, habitaciones, trasteros, escaleras, etc, la unidad se va diluyendo y en pocos minutos se encuentran los combatientes solos o como mucho formando una escuadra. Por esta razón se citaba antes al “cabo estratégico”, cuyas decisiones tienen un impacto muy superior al que tendrían en otros ambientes.
El MOUT, además de ser de difícil C2 (mando y control), consume hombres y material a un ritmo muy superior al de otros tipos de combate. De hecho el apoyo logístico representa uno de los desafíos más serios del MOUT, que viene a ser aún más complejo por el hecho de que la presencia de población civil impone la determinación de prioridades para el apoyo que requieran, desde agua y comida hasta alojamiento pasando por atención sanitaria y ropa. Desde el punto de vista estrictamente sanitario hay que destacar además que, debido al mismo combate, es muy posible que no funcione el suministro de agua potable lo que nos impone la necesidad de proporcionar dicho elemento vital, ya que de otra forma se producirán deshidrataciones o las tropas consumirán un agua sin garantías que inevitablemente ocasionará un aumento del número de bajas por enfermedades de transmisión hídrica. Esta fue exactamente la situación de los rusos en Grozny cuando la hepatitis y el cólera originaron un gran número de bajas en sus unidades.
El MOUT históricamente ha sido subestimado, tanto en lo referente al tiempo requerido para completar la operación como en la cantidad de recursos requeridos; en general las operaciones urbanas son relativamente largas y muy costosas, tanto en bajas como en consumo de material.
Una pregunta que surge naturalmente es ¿si tantas dificultades presenta el MOUT, quien está interesado en plantearlo?. Para responder a esta pregunta hay que recordar que la mayor parte de las naciones más avanzadas del planeta pertenecen a la OTAN, o son favorables a ella. Por tanto, y en principio, el enemigo que se enfrenta a nuestras fuerzas normalmente será de un nivel tecnológico inferior, como lo serán su capacidad logística y su C2. Y además el MOUT en el que podamos vernos inmersos se originaría seguramente como evolución de una operación de apoyo humanitario o de mantenimiento de paz, es decir, en el terreno del oponente. Entonces la tendencia lógica del contrario será buscar unas condiciones en las que su inferioridad tecnológica sea menos patente, en las que la lucha se iguale, hombre contra hombre, nuestras fuerzas desconozcan el terreno, se limite la superioridad en comunicaciones, se puedan enmascarar entre la población civil, se diluya nuestra superior capacidad logística, y en una palabra la “asimetría”, que en un principio era nuestra ventaja, se convierta en la hoy denominada “amenaza asimétrica” mediante la cual adversarios, que no pueden esperar igualar nuestras capacidades, juegan otras bazas diferentes de aquellas sobre las que se organizan los ejércitos tradicionales.(20) El terreno urbano elimina las ventajas tecnológicas, favorece al defensor, y además a este le basta simplemente con no perder para ganar; si logra infligir un número suficiente de bajas al enemigo, éste, por consideraciones políticas, puede recibir la orden de retirarse y otorgar así la victoria a un enemigo técnicamente inferior.
Una posibilidad para derrotar a un enemigo “asimétrico”, que utiliza contra nosotros un ambiente que niega nuestra tecnología, podría precisamente ser un incremento de esa misma tecnología que el adversario busca negar, mediante la utilización de nuevas tecnologías y armas no letales, que en la actualidad se están estudiando para su posible desarrollo y que pudieran representar el poder bascular de nuevo la «asimetría« hacia nuestro lado.
Tabla 1.- Comparación entre el Terreno Urbano y otros Terrenos. (Joint Publication 3-06, Doctrine for Joint Urban Operations, 16 sept 2002).
ASPECTOS GENERALES DEL APOYO SANITARIO EN MOUT
"La peor política es atacar las ciudades. Atácalas solo cuando no haya otra alternativa." - Sun Tzu- |
En nuestra civilización el apoyo sanitario de las operaciones militares es de importancia capital por razones éticas y humanitarias, ya que el valor de la vida humana se percibe como muy alto, en contraposición a otras culturas en las que tradicionalmente no se valora de igual manera. Además de las razones éticas se esgrimen además razones de índole práctica como la moral de las tropas y la conservación y recuperación de los efectivos. Si bien estos argumentos son de aplicación en todo tipo de combate, en el MOUT son aún de mayor importancia ya que hay que recordar que el combate se desarrolla esencialmente a nivel de pequeñas unidades, sección, pelotón, y por tanto un pequeño número de bajas puede afectar muy seriamente la capacidad operativa de la unidad. Y estrechamente relacionado con este argumento se encuentra el de la dificultad creciente para reemplazar un personal profesional, que cada día presenta unos mayores requerimientos de instrucción, que alcanzan niveles muy elevados en el caso del MOUT.
Una primera aproximación a la planificación del apoyo sanitario en MOUT debe considerar los puntos básicos: tipos de bajas y estimación de su número, evacuación, medicina preventiva, abastecimiento, despliegue de las instalaciones sanitarias...
La presencia de personal no-combatiente, una característica básica del MOUT, imprime también un carácter especial al apoyo sanitario ya que implica unas responsabilidades que obligarán a establecer prioridades, con los posibles problemas éticos que pueden resultar, y seguramente requerirá un incremento de los recursos sanitarios disponibles. En contrapartida es posible que si existen centros sanitarios en la ciudad, y presentan un nivel aceptable para nuestras fuerzas, se pueda aprovechar, tras la oportuna coordinación, este apoyo de nación anfitriona.
El apoyo sanitario en MOUT presentará diferencias muy significativas del apoyo sanitario en el campo de batalla no-urbano, sin embargo siguiendo los pasos establecidos para el la planificación del apoyo sanitario debemos proporcionar un dispositivo simple y eficaz para recoger, estabilizar, tratar y evacuar a las bajas. Este plan sanitario es tanto más necesario cuanto más compleja y difícil sea la situación, ya que si algo nos indica la experiencia histórica es que el MOUT genera bajas a un ritmo que difícilmente puede igualar el combate en otros terrenos.
Además las bajas producidas se encontrarán a menudo aisladas y sin tratamiento por períodos de tiempo que pueden sobrepasar las seis horas establecidas por la OTAN como máximo para que una baja reciba atención quirúrgica. De hecho, el combatiente que resulta herido en una habitación de un piso y no puede seguir a sus compañeros, es posible que no sea echado de menos hasta bastante tiempo después, cuando ya su unidad se ha desplazado y resulta muy difícil el regresar a buscarlo. Estos problemas de coordinación se pusieron de manifiesto en Hue (Vietnam) en 1968, donde cesaban las comunicaciones por radio al entrar en los edificios, se perdía la comunicación visual, y los pelotones de marines se encontraban aislados de su sección. Así el control era ejercido cada vez a un nivel más bajo y simultáneamente ocurría también lo mismo con el apoyo sanitario, cuyo personal se iba quedando aislado y finalmente carecía de información sobre las bajas producidas y donde se encontraban éstas.
TIPOS DE BAJAS
"Son . . . el equivalente post-moderno de las junglas y montañas – ciudadelas de los desposeídos e irreconciliables. Unas fuerzas no preparadas para las operaciones urbanas en un amplio espectro no están preparadas para el mañana." - Ralph Peters |
Los diferentes estudios realizados hasta la fecha no llegan a las mismas conclusiones sobre los tipos de bajas que se pudieran considerar características del combate urbano. En principio se tiende a pensar que el MOUT produce una mayor cantidad de quemaduras, heridas por metralla y aplastamientos.(23) En lo que respecta a las localizaciones de las heridas se incrementarán las de la parte superior del cuerpo, cabeza, cuello y ojos.
Parece haber un acuerdo general de que los principales productores de bajas son los morteros y las armas individuales. Pero además se producirán heridas por fragmentos secundarios a partir de la infraestructura, vidrios, etc. Otros factores productores de bajas son los incendios, las fracturas por caídas entre los escombros y lesiones oculares debidas al polvo y humos, lesiones por inhalación, etc.
Si se emplea protección individual (casco, chaleco) disminuyen las heridas torácicas y aumentan las heridas en las extremidades y parte no protegida de la cabeza. De hecho el empleo de protección individual se ha demostrado imprescindible, y buena prueba de ello la tuvieron las unidades especiales norteamericanas en Mogadiscio cuando sufrieron bajas por no haber considerado necesario utilizar dicha protección.
No se pueden olvidar tampoco dos importantes causas de bajas en MOUT, como son las enfermedades y el estrés de combate, aunque por sus especiales características, prevención y tratamiento se considerarán en apartados específicos.
Se debe destacar que el peligro de derrumbamiento de edificios, o de parte de ellos, origina un tipo de bajas por aplastamiento como consecuencia indirecta del fuego de artillería. Paradójicamente la infraestructura que proporciona a menudo excelente cobertura e imprime un sello característico al MOUT, también puede convertirse en un problema sanitario, tanto en la producción de bajas como en las dificultades que plantea el rescate de un herido atrapado en un derrumbamiento. Sin embargo hay que señalar que los rusos en Grozny, al igual que posteriormente los norteamericanos en un ejercicio, sufrieron el mayor número de bajas en las calles y espacios abiertos. Por este motivo se suele aconsejar el desplazamiento por dentro de los edificios, a menudo a base de romper tabiques o volarlos con explosivos.
Sin embargo según la experiencia israelí en el Líbano en 1982 las lesiones oculares y el estrés de combate se dan menos en operaciones urbanas.(25) Las operaciones no-urbanas presentan una mayor incidencia de quemaduras y heridas de la mitad inferior del cuerpo. Así como la artillería produjo el mayor número de bajas en ambos tipos de operaciones, las armas individuales causaron más heridas en el terreno no-urbano, aunque en ambos ambientes fueron una causa importante de muertos. Un punto importante en el estudio israelí es que el chaleco antifragmentos ofreció más protección en MOUT que en otros terrenos ya que de los que lo usaban fueron heridos menos en MOUT (44.6 %) que en ambiente no-urbano (63.1 %). Y entre los que no lo usaban fueron heridos en MOUT 55.4 % y 36.9 % en no-urbano.
Los resultados del estudio israelí plantean cuestiones muy interesantes sobre los tipos y números de bajas que se producen en el MOUT. No parece claro que el MOUT produzca un patrón de bajas específico, y aunque sugiere que hay más bajas en MOUT que en terreno no-urbano tampoco permite afirmarlo de forma concluyente. Por otra parte los datos recogidos no apoyan la idea de que en MOUT se producen más heridas de la mitad superior del cuerpo, quemaduras o lesiones oculares, aunque esto pudiera deberse a la eficacia de los chalecos, cascos, protección ocular, etc. Al igual que en Grozny las armas individuales fueron un factor importantísimo en la producción de muertos.
En Grozny se produjo un alto porcentaje de quemaduras y la mayoría de las bajas de combate fueron debidas a los morteros. En cambio la mayoría de los muertos se debieron a heridas en la cabeza o en el tórax por francotiradores, sobre todo entre los civiles, que no disponían de casco ni chaleco anti-fragmentos.(9)
Otro punto importante es el cociente heridos / muertos, que normalmente es aproximadamente de 5 a 1, y sin embargo en MOUT se puede encontrar invertido. Los rusos en Grozny sufrieron tres muertos por cada herido, aunque hay que destacar que este cociente probablemente está sesgado por el hecho de que a muchos de los heridos no se les prestaron los primeros auxilios con la rapidez necesaria, lo que hubiera podido rebajar el cociente hasta dos heridos por muerto. Y eso a pesar de que, dentro de todas las armas y servicios rusos, el apoyo sanitario fue probablemente el aspecto de la operación de mayor eficacia y calidad.(13) Una dificultad añadida era el peligro de los francotiradores, que a menudo impedía la evacuación hasta la caída de la noche.(9) La experiencia norteamericana en Hue en 1968 fue contraria a la rusa; los marines experimentaron un cociente heridos / muertos de 8/1, mientras que en Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial fue de casi 5/1.(2)
Un nuevo agente productor de bajas en el MOUT son las bombas termobáricas, de fuel-aire, empleadas por los rusos durante la Segunda Guerra Chechena, en la lucha por Grozny en 2000. (6) Las bombas fuel-aire al explosionar producen una bola de fuego que consume el oxígeno del área circundante. La falta de oxígeno crea un vacío y una sobrepresión altísima, que es la principal causa de bajas. La sobrepresión alcanzada en el centro de la explosión es de 1,5 a 2 veces mayor que la sobrepresión alcanzada con explosivos convencionales, lo que hace que el personal directamente afectado por la explosión muera por el fuego y la sobrepresión. El personal que se encuentra en la periferia de la explosión sufre quemaduras, fracturas, contusiones por proyectiles secundarios y lesiones oculares. También es posible que se produzcan hemorragias internas, embolismos aéreos, lesiones pulmonares, etc. Estas lesiones internas pueden pasar inadvertidas en los primeros momentos y además la evacuación aérea de estas bajas puede presentar problemas si la cabina no está presurizada.
Finalmente hay que señalar que, debido al habitual aumento de consumo de agua y a las dificultades para su suministro, muchas bajas estarán deshidratadas, lo que empeorará su estado clínico.
ESTIMACIÓN DEL CÁLCULO DE BAJAS
"Cualquiera que no este confuso aquí, realmente no entiende lo que esta pasando." - Belfast Citizen, Abril 1970 |
El cálculo de bajas es en general de gran dificultad, y sin embargo es necesario efectuarlo para tratar de adecuar el apoyo sanitario a la operación en cuestión. En la OTAN se venía empleando la Directiva ACE 85-8, que se orienta fundamentalmente al cálculo de bajas en el temido gran conflicto en Europa contra el ya disuelto Pacto de Varsovia. Esta Directiva, en la actualidad en revisión, tendía a sobrestimar los recursos requeridos, ya que se basa en una situación de conflicto de alta intensidad, donde además no hay una intención política, como en las operaciones de mantenimiento de paz, de ajustar los recursos a los realmente necesarios. Por otra parte la citada Directiva da unos porcentajes generales de bajas pero no distingue entre ataque y defensa, entre diferentes tipos de terrenos, diferentes niveles de sofisticación del enemigo, etc. (1)
En el caso del MOUT es evidente que no se pueden aplicar directamente los porcentajes proporcionados por la Directiva 85-8, y la dificultad es aún mayor ya que en la literatura actual no se cita ningún estudio o base de datos que se ocupe concretamente de las tasas de bajas y de su estimación en operaciones urbanas.
Aunque parece históricamente que cuando hay un MOUT suele haber un alto porcentaje de bajas, que se viene estimando hasta en un 30 %, (y en el ejercicio Urban Warrior, con intensa participación de personal civil, las bajas de los marines oscilaron entre el 30 y el 70 %) lo cierto es que no hay datos sólidos y, en todo caso, las acciones MOUT desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora presentan situaciones difícilmente comparables, como son Hue, Stalingrado, Grozny, el Líbano, etc.
De hecho en la batalla de Hue en 1968 los porcentajes de bajas en el período más duro de la batalla venían a ser de un 5 % al día(2); lo que aproximadamente coincide con lo establecido en el Manual de Campaña 101-10-1, 21 en el que se afirma que las unidades pueden sufrir un 6.6 % de bajas en el primer día del ataque y un 3.5 % en cada uno de los días siguientes. Desde el punto de vista defensivo el porcentaje esperado es de un 3.5 el primer día y de un 1.9 cada día sucesivo.
También aumentan de manera notable las bajas entre el personal civil, normalmente más que entre los combatientes. Esto se puede explicar por su dificultad para desplazarse y abandonar la zona de combate, falta de equipamiento de protección, o simplemente por ser empleados por el adversario, que los usa como escudos humanos o los pone en peligro deliberadamente para influir sobre la decisión política a través de los medios de comunicación.
De hecho nos podemos encontrar con situaciones de bajas en masa de personal civil por los diferentes riesgos típicos de una zona urbana en combate, como son por ejemplo la liberación de tóxicos industriales, explosión de una gasolinera, y en general los llamados “Releases Other Than Attack” (ROTA) que se refieren a riesgos NBQ no producidos intencionadamente por el adversario.
Este tipo de situaciones implica una sobrecarga para nuestras capacidades de apoyo, tiene repercusiones muy desfavorables sobre el apoyo a fuerzas propias y puede originar problemas éticos de muy difícil solución al vernos forzados a plantear prioridades en el apoyo.
Otro punto que se debe destacar es el incremento del riesgo de bajas por fuego propio, dada la enorme dispersión que se produce en este ambiente y la falta de definición de una línea de frente que hace que ambos lados se encuentren entremezclados. Se ha tratado de solucionar este aspecto estableciendo un sistema básico de identificación “friend or foe” mediante, por ejemplo, paneles colocados sobre los vehículos, telas de colores en las ventanas, etc. Pero quizás la única solución fiable la aporten las nuevas tecnologías en combinación con un estricto entrenamiento.
El aspecto del cálculo de bajas, como otros muchos del MOUT, requiere más estudios para llegar a determinar que porcentajes deben utilizarse para adecuar el apoyo sanitario a cada caso.
EVACUACIÓN
Cita: |
"Los chechenos son pacíficos de día, y un lobo de noche." - Comandante ruso en Chechenia, enero 2000 |
Una vez producida la baja, el siguiente desafío del apoyo sanitario es localizarla y transportarla fuera de la zona de peligro a una instalación sanitaria. El primer problema es encontrar a una baja, que puede estar inconsciente, en un bloque de apartamentos, tras un combate en el que se han derribado paredes, bloqueado puertas y en general alterado de forma importante la estructura urbana. El GPS es una posibilidad, siempre y cuando la misma infraestructura no lo bloquee, lo que no es difícil en una ciudad, y por otra parte también podría proporcionar valiosa información al enemigo, por lo que tendría que activarse únicamente cuando el combatiente cae herido, y antes de perder la conciencia, e incluso así el adversario podría utilizar dicha información aunque no fuera más que para preparar una trampa bomba en un cadáver que va a ser recogido. Otras posibilidades que también se han discutido son los silbatos y luces estroboscópicas, o bien paneles coloreados para desplegar una vez finalizada la batalla. En cualquier caso puede ser necesario tras el combate efectuar un rastreo sistemático de la zona para localizar personal desaparecido.
Un enfoque se está estudiando en la actualidad es el de los “drones” (aviones sin piloto) o los robots terrestres que, sin poner en riesgo al personal sanitario, pueden desplazarse, buscar los heridos, permitir el examen de la baja por telemedicina e incluso comenzar a aplicar los primeros auxilios y trasladar a la baja a un lugar seguro.
El siguiente problema es la propia evacuación. Es posible encontrar una baja en un piso alto, o en un sótano, atrapada por una pared derrumbada, y en general en condiciones que requieren el empleo de equipos específicos, como arneses, hachas, escaleras, sierras, etc, para liberarla. Todo este equipo tiene que estar previsto, el personal tiene que estar entrenado para su utilización y simultáneamente impedir que el estado clínico de la baja empeore por los intentos de liberarla. Y hay que tener en cuenta que las dificultades aumentan aún más en el caso de bajas con heridas de cabeza o de cuello, frecuentes en MOUT. Se plantea por tanto ya en las primeras fases del proceso sanitario la necesidad de reconsiderar el equipamiento del personal y más concretamente del sanitario. Además el programa de instrucción del personal sanitario debería contemplar la colaboración con instituciones como bomberos, que tienen mucha experiencia en el rescate de víctimas en este tipo de terreno. Pero las nuevas necesidades no se detienen aquí. La siguiente pregunta es ¿en que tipo de vehículo o camilla se evacua la baja?.
Actualmente las posibilidades disponibles para la evacuación son muy limitadas. Así como el armamento, los equipos y la tecnología en general, han experimentado un avance notabilísimo, la primera fase de la evacuación se mantiene hoy por hoy a un nivel muy rudimentario. Lo habitual es la evacuación a pie, con ayuda del sanitario o en camilla, tal y como se efectuaba en la Segunda Guerra Mundial. La experiencia de los rusos en Grozny, de los israelíes en el Líbano y de los marines en Mogadiscio, es que las ambulancias, por su vulnerabilidad, encuentran muchas dificultades en este terreno. Los rusos acabaron utilizando como ambulancia los BTR-80 (vehículos blindados de ruedas) y los israelíes el carro Merkava, aunque ninguno de los dos tipos de vehículos permite la libertad de movimientos necesaria para atender a una baja durante el transporte.(10,18) La conclusión es que las ambulancias deben ser blindadas para evitar los riesgos de francotiradores y armas individuales en general, e incluso los impactos de RPG (rocket propelled grenade).
La evacuación por medio de helicópteros está totalmente descartada en el mismo terreno urbano, y aunque en Grozny se intentó en un principio, a semejanza de Afganistán, tras el derribo de algunos helicópteros por los terroristas chechenos, se estableció la evacuación a pie o en BTR-80 hasta salir de la ciudad. La misma experiencia tuvieron los norteamericanos en Mogadiscio, donde fue precisamente la vulnerabilidad de los helicópteros uno de los problemas principales de la operación. La dificultad de utilización de medios aéreos hace que se alargue en muchos casos la duración de la evacuación, y la tardanza en recibir tratamiento quirúrgico puede fácilmente superar las seis horas establecidas en la doctrina OTAN como duración máxima entre la herida y el quirófano. De hecho la mayoría de las bajas norteamericanas en Mogadiscio tardaron hasta quince horas en recibir tratamiento quirúrgico, y en Grozny con frecuencia había que esperar a la caída de la noche para evitar a los francotiradores. En la batalla de Beirut, donde los israelíes disfrutaban de una total superioridad, el 20% de sus bajas tardaron más de doce horas en ser evacuadas, aunque en el resto la evacuación fue más rápida que en terreno no-urbano, lo que puede ser un síntoma de la eficacia del apoyo sanitario israelí, o de que el enemigo no era del mismo nivel que los chechenos. A su vez entre los sanitarios israelíes hubo 77 bajas, lo que ilustra claramente los riesgos a los que está expuesto el personal sanitario.
Para facilitar la evacuación dentro de la ciudad se discuten en la actualidad posibilidades como son los equivalentes de la mula mecánica, o el llamado “MOUT resupply cart”, especie de carretilla pero con asas en ambos extremos, que podría servir para el transporte de material en los últimos trechos o como medio de evacuación de circunstancias (como ejemplo en Afganistán nuestro personal ha podido ver la utilización de carretilla en transporte de pacientes). Esta carretilla está hecha de aluminio y soporta sin problemas cargas de hasta 150 kilos. Otras posibilidades serían camillas ultraligeras, que pudieran ser manejadas incluso por una sola persona, o un vehículo pequeño, rápido, de perfil bajo, de una sola camilla, y naturalmente blindado.
La evacuación a pie o en vehículos blindados se efectuaría por tanto desde el lugar donde se produce la baja hasta el nido de heridos. Allí la baja estaría relativamente a salvo del fuego enemigo y podría recibir el tratamiento adecuado. Desde el nido de heridos hasta la periferia de la ciudad, donde normalmente estaría el puesto de socorro de batallón, la evacuación se efectuaría también mediante vehículos blindados. Una vez llegados allí ya se podrían utilizar helicópteros o incluso aparatos de ala fija para evacuar la baja directamente a la instalación quirúrgica más adecuada para sus lesiones. De hecho la evacuación directa a instalaciones quirúrgicas es más frecuente en MOUT que en terreno no-urbano, ya que en MOUT lo habitual es que fuera de la ciudad no haya peligro de ataques, y por tanto no tiene sentido hacer seguir todo el despliegue sanitario a una baja que puede ser evacuada directamente al quirófano.
ESTRÉS DE COMBATE
"De cada 100 hombres, diez ni siquiera deberían estar aquí. Ochenta son sólo dianas. Nueve son los verdaderos luchadores, y somos afortunados por tenerlos, porque son ellos los que luchan la batalla. Ah, y uno, uno es un guerrero, y el nos traerá de vuelta a los otros." - Heracletus, circa 500 AC |
El MOUT es un tipo de combate increíblemente fatigoso, tanto desde el punto de vista físico como psicológico. El combatiente debe mantenerse alerta en todo momento para poder sobrevivir en un terreno en el que la amenaza es extraordinariamente cercana, y sin embargo puede no apreciarse ningún indicio, aunque el enemigo se encuentre en la habitación de al lado. Además, la anteriormente mencionada “esfericidad” del combate, hace que la agresión pueda originarse en cualquier punto y desde cualquier nivel, sea superior o inferior. Si a esto se le añade el desplazamiento continuo entre diferentes posiciones, a veces a través de zonas expuestas, subiendo o bajando escaleras, y llevando una carga importante de municiones, agua, protección individual, etc, se concluye que el esfuerzo físico es agotador. Dicho esfuerzo efectuado de forma continua, y frecuentemente sin que se prevea el fin de la lucha, acaba por agotar también psíquicamente a un combatiente, que además carece del beneficio psicológico de estar rodeado de compañeros sino que forma parte de un equipo muy reducido o incluso se llega a encontrar solo.
Otro factor estresante del MOUT es la presencia de población civil, que puede percibirse como hostil y creer que pasa información al adversario, y sin embargo es muy difícil, de acuerdo con nuestro sistema de valores, tomar medidas punitivas contra ella. De hecho el adversario puede encontrarse camuflado entre la población, y la amenaza latente de su intervención en un momento dado obliga al combatiente a mantenerse en guardia incluso ante individuos (mujeres, ancianos) que en principio no debieran ser una amenaza.
En el caso ruso en Grozny en 1996, ciertamente el ambiente desde el punto de vista psicológico representaba una agresión importantísima por un conjunto de factores. Muchos soldados rusos carecían de la instrucción adecuada, las unidades se habían formado poco tiempo antes, e incluso había soldados que no conocían el nombre de los compañeros del mismo carro de combate. Por otra parte muchos de los terroristas chechenos habían formado parte de las FAS soviéticas, hablaban ruso fluidamente y conocían los procedimientos soviéticos por lo que les resultaba fácil prever sus movimientos, interferir sus comunicaciones y dar falsas órdenes a la artillería y aviación rusa. Los chechenos llegaron incluso a amenazar a los pilotos comunicándoles que conocían sus nombres y donde vivían sus familias y que, en caso de que fueran precisos en sus bombardeos, sus familias acabarían pagándolo. Como es fácil de comprender esta situación tuvo una repercusión muy negativa sobre el personal ruso a todos los niveles.
Poco después de la primera acción de los rusos en Chechenia, se efectuó un estudio sobre 1.312 combatientes rusos, donde se encontró que el 72% presentaba algún tipo de afectación psicológica, como por ejemplo insomnio, falta de motivación, altos niveles de ansiedad, estrés, depresión, fijaciones hipocondríacas, etc.14 El porcentaje de combatientes con problemas de estrés de combate era más alto que en Afganistán, lo que según el estudio implicaba que el combate en las ciudades produce más problemas de estrés que en otros tipos de terrenos.
Dado que los problemas son tanto más serios y frecuentes cuanto más prolongado e intenso es el combate es necesario rotar al personal, como posteriormente efectuaron los rusos, permitiendo descansar a las unidades fuera de la ciudad, en un ambiente seguro.(7) Los rusos instalaron unas tiendas de “primeros auxilios psicológicos”, con música clásica ambiental, pantallas en las que se proyectaban paisajes, flores, cascadas, etc. Es un estilo cercano a la doctrina sanitaria OTAN en la que se recomienda mantener al personal en su unidad, permitirle hablar de sus experiencias, descansar, comer caliente y dormir. De esta forma es posible prevenir la mayor parte de las bajas psicológicas, y en la actualidad se recomienda siempre que sea factible la rotación de las unidades para evitar un desgaste irreversible del personal.
Sin embargo en las primeras fases de la campaña rusa en Chechenia el enfoque de los problemas psicológicos no fue como el que se ha expuesto, lo que ocasionó un gran número de problemas permanentes, personal que recurría a las drogas, alcohol, violencia, etc. De hecho algunos veteranos de esta campaña, incapaces de volver a integrarse normalmente en la vida civil y sintiéndose despreciados por una sociedad que los consideraba perdedores, recurrieron al crimen como medio de vida, trasladando a la sociedad los problemas de una campaña y un apoyo sanitario que no logró solucionar los problemas planteados.
Hay que destacar que la constelación de factores integrados por el altísimo nivel de estrés experimentado en un combate tan cercano, junto con el aislamiento, la descentralización del mando y la lejanía de los líderes, parece tener muy serias repercusiones sobre la conducta y la ética del combatiente. Si esta situación estresante se alarga en el tiempo es posible incluso que su percepción de los conceptos del bien y del mal se vea deteriorada. Históricamente son frecuentes los casos de combates urbanos caracterizados por ejecuciones en masa, violaciones y torturas, muy probablemente debidos a las especiales características de este tipo de combate, por lo que es necesario profundizar en este campo para determinar las medidas preventivas necesarias.
El esfuerzo psíquico que plantea el MOUT requiere un personal especialmente estable, maduro, experimentado y probablemente de mayor edad que el soldado actual. Estas características podrían convertirse en un parámetro más a tener en cuenta en la selección de personal, al menos en lo que se refiere a unidades especializadas en este tipo de terreno.
Continuará...
BIBLIOGRAFÍA:
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Reproducido de International Review of the Armed Forces Medical Services Volume 77/2, p.108 (2004)
Fuente